Las dos guerras mundiales que han ocurrido, han llenado de letras las páginas de muchos libros de historia alrededor del planeta en las que se cuenta cómo fue o cómo se presume que sucedieron aquellos terribles acontecimientos, en donde resaltan nombres heróicos de las personas involucradas en los hechos, así como también el de algunos animales, que dejaron su huella en los anales de la historia. Tal es el caso de Vaska, el michi héroe que proveyó de alimento a sus dos humanas durante una época en la que la hambruna acabó con la vida de miles de personas.
Esta conmovedora e insólita crónica se desprende del libro «Últimos Testigos» de la escritora galardonada con el premio nobel de literatura en 2015 Svetlana Aleksiévich. Este conflicto bélico dejó casi 13 millones de niños muertos y en solo en Bielorrusia vivían en los orfanatos unos 27.000 huérfanos, resultado de la devastación producida por la guerra en la población de ese país. A finales de los años 80 Aleksiévich entrevistó a aquellos huérfanos y compuso con sus testimonios un emocionante relato de una de las mayores tragedias de la historia. Esta obra literaria compila los recuerdos de los niños que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial, la gran mayoría de relatos que se tratan sobre la guerra son crudos y dolorosos pero este que involucra a Vasca es una historia dulce nostálgica y de una ternura que cautiva.
En septiembre de 1941, los nazis rodearon la ciudad rusa de Leningrado y la población se vio obligada a luchar para evitar que el enemigo tomara la ciudad durante casi dos años y medio los nazis mantuvieron su bloqueo, lo que impidió que la población de Leningrado recibiera alimentos y otras necesidades, cuando la guerra ya hacía mella en todos sus habitantes, una madre y su hija se esforzaban por sobrevivir a la inanición que ya cobraba miles de vidas debido a la escasez de alimentos. Pero ellas no estaban solas, un escuálido gato que habían adoptado hace poco apareció como enviado por el universo para salvarlas.
Los tres pasaban hambre pues no había que comer, entonces Vasca, como buen gato, salía a cazar y traía de regreso a casa un pájaros o roedores para alimentar a su familia humana. Presas con las que la madre preparaba estofados, el gato era muy consciente de lo que hacía siempre se juntaba junto a ellas y esperaba su turno para comer y durante las noches los tres se metían bajo la misma frazada y con su ronroneo también ayudaba a aliviar tensiones en una dura situación como esa. Ya hemos abordado el efecto del ronroneo sobre la psiquis humana, si aún no has leído al respecto, puedes hacerlo aquí.
Un gato como mascota tiene la capacidad de intuir cuando sus humanos los necesitan y en ese momento están 100% para ellos. Él estaba débil, hambriento y flaco como todos los demás… conforme la ocupación se prolongaba, aumentaba el hambre y la desesperación se agudizaba, esto afectó a humanos y animales por igual sin embargo estas mujeres podían sobrevivir gracias a que su gato se las ingeniaba para cazar y proveerlas de alimento.
Cuando la madre se percató de lo que hacía intencionalmente su querido minino, se le ocurrió una idea para ayudarle a conseguir presas. La señora guardaba migajas para los pájaros y salía junto a Vasca para cazarlos, esparcía las migajas y luego se ocultaba junto a Vasca para emboscarlos, su salto siempre era sorprendentemente, preciso y rápido; lograba atraparlos sin mayor problema pero como estaba tan desnutrido como ellas, no tenía las fuerzas suficientes para matarlos, entonces la madre dejaba que Vasca solo los agarrara y luego salía ella para ayudarlo y acabar con el trabajo. Cazaban perfectamente en equipo así que desde la primavera hasta el otoño sólo comían aves, en aquellos tristes días el único objetivo y pensamiento de las personas era sobrevivir y Vasca lo sabía.
Pero llevar comida a sus humanas no era la única hazaña que él realizaba, Vasca también se desempeñó como alarma anti-bombardeos, pues con su poderoso oído lograba percatarse cuando los aviones alemanes se acercaban, mucho antes que los demás, entonces comenzaba a inquietarse y maullar avisando lo que se avecinaba, la familia entonces sabía que era el momento de dirigirse hacia los refugios antibombas. Nunca lo dejaron atrás, pero no sólo se trataba de cuidar al proveedor del alimento, para ellas, él era un integrante más de la familia y lo vigilaban muy de cerca para que nadie fuera a llevárselo y comérselo ya que era visto por muchos transeúntes como comida ya que al acentuarse la hambruna, los gatos domésticos formaron parte del menú de los habitantes de la ciudad. Esto derivó en una plaga de ratas que complicó aún más el escenario.
El tiempo pasó y afortunadamente la vida les alcanzó para ver el final de la guerra y disfrutar de tiempos mejores donde ya no tenían que huir de los bombardeos y Vascas se vio recompensado por su fiel comportamiento y sus nobles actos. Luego del conflicto vivió una vida feliz y digna cuando por fin se levantó el bloqueo de la ciudad y volvió a llegar la comida la madre siempre guardaba los mejores trozos de carne para el gato incluso después de la guerra lo cuidaba mucho y lo consentía cariñosamente repitiéndole «tu fuiste nuestro proveedor». Al parecer la vida lo recompensó por todo su esfuerzo y cinco años después del fin de la invasión llegó el final de un heroico gato que lo dio todo por sus humanas.
Vasca murió en el año 1949 y su mamá humana se las arregló para sepultarlo en el cementerio local y para que nadie pisotear a su tumba le puso una cruz donde escribió el nombre Vasily Bugrov, como si se tratara de una persona, cuando llegó el momento, la madre fue sepultada junto a Vasca y luego con el paso de los años su hija creció tuvo una vida plena y formó su familia, cuando llegó su hora también fue sepultada con ellos dos, actualmente los tres yacen juntos bajo la misma lápida, tal como alguna vez estuvieron juntos bajo una misma frazada durante la guerra.
